Veinticinco personas esperaban un colectivo sobre la intersección de la calle Thames y la avenida Santa Fe. A ninguno le importaba no estar sobre una parada o que ya hubiesen pasado todos los colectivos que operan en la zona. Tampoco estaban interesados a donde les llevaría. Esperaban el Partybus, el único club social de Buenos Aires que funciona a base de diesel  y cuatro ruedas.

En 2011 desembarco Party Bus en Argentina; el servicio también esta disponible en otras ciudades como Londres, Madrid o Los Angeles.

A las once y media de la noche se detuvo junto a ellos un colectivo negro. Tenía los cristales tintados y no se anunciaba a ningún destino. En su interior los sillones rojos y negros, la música, pasamanos de acero inoxidable y las luces de LED camuflaban su verdadera naturaleza. No cabía duda, se trataba del Partybus.

En ese momento David, un joven que cumplía 23 años ese día y que era el motivo de que las otras  personas estuvieran allá, pidió a sus amigos que dieran su nombre al chófer para poder entrar. En menos de diez minutos la calle perdió el sonido de las risas, los olores a perfume y a cigarrillo prendido. El Partybus partió lentamente en dirección hacia San Telmo, le esperaban por delante dos horas de fiesta.

El Dj de Partybus propuso hacer un karaoke para que, según sus palabras, se fueran conociendo. Al principio solo los que más se conocían participaron, pero según la música comenzaba a levantar, lo complicado fue conseguir un micrófono libre.

Hacia las doce y media de la noche y tras recorrer las principales calles de Palermo Soho, el colectivo se detuvo en una concurrida plaza. No se permitía fumar en el colectivo, por lo que algo menos de la mitad aprovechó el momento para bajar. Entre cigarro y cigarro, en un ambiente más tranquilo, muchos fueron los que conocieron a otros amigos de David. Estaban quienes lo conocían desde el colegio, desde la universidad, a partir de su equipo de fútbol o eran las parejas de algún amigo.

‘Chicos, la fiesta está dentro. ¡Suban arriba!” dijo el chófer

Cuando el colectivo arrancó, un grupo de mujeres de unos treinta años, que celebraban una despedida de soltera próxima a un bar, comenzó a vitorearlos.  Se desataron cantos entre ambos que terminaron de animar el ambiente.

Según el colectivo se aproximaba a la zona de ‘boliches’ de Palermo Hollywood, eran muchos los que desde afuera pedían entrar, pero la buena organización de todo lo relativo al trayecto impidió que sucediera.

Sobre la una y media de la noche los que vestían de blanco se arrepintieron de haber elegido ese color. La música adentro animaba a los bailes de los más desinhibidos y apenas quedó nadie dentro del vehículo que no sintiese la complicidad que se respiraba dentro.

Para finalizar el recorrido el colectivo paró en las inmediaciones de la avenida 9 de Julio. Los pasajeros del Partybus fueron descendiendo de a poco, aunque de forma más caótica que cuando entraron. Se anunciaba el fin del trayecto, pero que terminó siendo según las palabras de todos: ”Una experiencia inolvidable”.

Ingresa aquí para conocer el Party Bus oficial de Buenos Aires